Más
que “hacer trizas” o deshacer el Acuerdo, el problema con Duque será la desidia
para reglamentarlo y para hacerlo realidad.
Un tema decisivo
El futuro del Acuerdo de La Habana fue una de las
principales interrogantes en el debate electoral de 2018.
Pero el protagonismo de la paz en la agenda electoral
no es nuevo; el conflicto armado ha sido un factor decisivo en el voto de los
colombianos, principalmente entre los sectores de opinión.
La coyuntura asociada con el conflicto y las posturas de
los candidatos más representativos han sido claves para definir las últimas contiendas
electorales. Una vez más, tanto en primera como en segunda vuelta, el apoyo o
rechazo a los candidatos por parte de los distintos sectores de la sociedad
civil estuvo fuertemente influenciado por el futuro de la salida negociada del
conflicto armado y especialmente por el desarrollo o “implementación” de los acuerdos entre el gobierno
Santos y las FARC.
Aunque la elección de Iván Duque no legitima el desmonte
del Acuerdo, todo indica que su desarrollo
constitucional, legislativo y administrativo sufrirá cambios de importancia.
Esto sin importar que muchos de los que se sumaron al presidente electo en segunda
vuelta hayan sido defensores del Acuerdo.